La victoria de Lewis Hamilton que (casi) nadie esperaba, salvo los propios ingenieros de Mercedes, en Sao Paulo le da un ligero respiro al británico de cara al campeonato, que se había puesto muy cuesta arriba estos meses. Y no, hoy no hablaremos de límites de pista ni de maniobras dudosas.
La incontestable victoria de Lewis Hamilton, no exenta de polémica, ha agudizado la diferencia de puntos contra el holandés. Es un hecho. Pero la forma de conseguirlo ha sido, una vez más, fruto de un cúmulo de decisiones, noticias y declaraciones que han causado tantas idas y venidas en el estado de ánimo de los implicados durante el fin de semana. Unas idas y venidas que son el único remedio, a parte del tremendo pepino que hay bajo el capó del W12, ante un equipo Red Bull que este año, por fin, está pudiendo plantar cara al tridente plateado Mercedes-Toto-Lewis.
El fin de semana empezaba con una penalización fruto de un cambio de motor (si preguntáis en DAZN se trata de la cámara) de combustión del propulsor del británico. Algo esperable, viendo el calendario y los eventos restantes. Al ser el segundo cambio, solamente acarrearía 5 posiciones. Hasta ahí nada, solo que podría preparar el terreno para poder vender la épica el domingo, tras una victoria con «remontada».
El viernes por la tarde, tras una estratosférica pole por una apreciable diferencia de casi medio segundo, saltó la liebre y se coló en el alerón trasero del W12, sobradamente ancho en su abertura… En ese momento, las posibilidades de vender la épica aumentaban exponencialmente. 20 posiciones más las 5 por cambiar de motor. A Toto y demás palmeros se le hacía la boca agua.
El sábado, la carrera al sprint se saldó con una remontada hasta el quinto lugar, que se convertiría en décimo tras aplicar la sanción por el cambio de motor. De nuevo, más épica por vender, especialmente tras el carroñero tuit del equipo Mercedes informando que no recurrirían la sanción del viernes y «que lucharían en pista».
Y llegó el domingo. Lewis Hamilton, con el horrendo tractor que pilota (eso es lo que llevan afirmando él mismo y Toto Wolff) y alfombra roja de Bottas mediante, se colocaba en tercera plaza para acechar a los dos Red Bull. Mientras la batalla con Pérez fue relativamente sencilla, contra su rival Verstappen fue más dura, se alargó unas 20 vueltas más. Una dudosa maniobra del holandés por fuera de pista pausó los ataques del británico, para que culminara a 5 vueltas del final… 5 vueltas que le permitieron aumentar la diferencia hacia unos apreciables 10 segundos y medio.
Como bien comentaba en la cabecera, el texto de hoy era para, simplemente, verbalizar algo que llevo sintiendo, al igual que muchas personas, el cansancio de lo que hace Mercedes fuera de pista. Todo el año con cancioncitas sobre la superioridad de los rivales para luego hacer paseos militares como el de hoy, y las 7 temporadas anteriores. La afición no sólo está cansada del dominio de los teutones, sino también de los cuentos chinos del binomio Toto-Lewis.
Encima, Lewis lo ha arreglado paseando la Auriverde para que le hicieran las respectivas fotitos para Instagram, al más puro estilo tribunero. Por esto, y por la acumulación de cuentos, creo que la gente quiere que gane Max. Y sí, me incluyo en este grupito.
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