< 1 '

El Gran Premio de San Marino de 1994 no sólo fue uno de los fines de semana más oscuros de la Fórmula 1, sino que fue un punto de inflexión en la seguridad de los coches que cambiaría el deporte para siempre.

Imola era sólo la tercera ronda del campeonato, y ya había habido numerosos accidentes de alto perfil en pruebas y carreras antes de que las muertes de Roland Ratzenberger y Ayrton Senna provocaran una revisión radical en el enfoque de la protección de los conductores.

En la temporada de 1994 hubo un gran cambio en las reglas, que no sólo se centró en reducir los costos y devolver el control a los pilotos. También había intentado reinar en los equipos en su uso aventurero de los sistemas de control electrónico.

Williams había gobernado el gallinero en las temporadas anteriores, siendo su suspensión activa un factor considerable en las temporadas en que había ganado el título. Sin embargo, otras ayudas electrónicas, como el ABS y el control de tracción habían empezado a ser más comunes también, mientras que soluciones como la dirección de la rueda trasera y la CVT (Transmisión Variable Continua) habían sido probadas pero no corridas.

Todas ellas iban a ser prohibidas en el 94 y tendrían un serio impacto en el comportamiento de los coches, tanto desde el punto de vista aerodinámico como mecánico.

La reacción de la dirección del deporte a los acontecimientos de Imola fue rápida, pero como en el GP de España, sólo dos carreras más tarde, los equipos se vieron obligados a cambiar el diseño de los extremos del alerón delantero y la longitud del difusor, como una forma de reducir la fuerza descendente y la velocidad de los coches.

Deja un comentario