Lewis Hamilton dijo en Bakú que este campeonato era un maratón y no un sprint. Quién iba a pensar lo equivocado que estaría. Finalmente, el campeonato de pilotos iba a decidirse en un increíble sprint a una vuelta.
Llegamos a la última cita, la que definiría todo. Una carrera que inició mal para Red Bull. Aunque Checo adelantó a Norris y se colocó tercero, Max Verstappen perdió la posición con Hamilton y con ello el liderato de la carrera. Y desde ahí, todo fue remar contracorriente. Dejando atrás la felicidad del sábado, una jornada en la que Red Bull había sorprendido con una estrategia diferente y en la que Max conseguía la tan ansiada pole, apoyado por Checo en un gran trabajo de equipo, hoy, Red Bull se encontró en una complicada posición de la que parecía muy difícil salir airoso. Hamilton mostraba un gran ritmo de carrera, la estrategia ya no servía, necesitaban otra. Como se esperaba, los neumáticos blandos de Verstappen no resistieron mucho y paró en la vuelta 14. Sin embargo, y a pesar de que Hamilton tenía medios y es muy bueno conservando llantas, Mercedes lo mete a pits en la vuelta 15. Tal vez no querían arriesgarse a que Max empezara a recortar la diferencia; todavía no estoy segura de que haya sido una buena estrategia. Con estos movimientos, Checo se colocaba momentáneamente como líder, seguido de Hamilton y de Max, todavía muy lejos de la punta.
En la vuelta 20 llegó, para mí, uno de los dos grandes momentos de la carrera, el otro fue obviamente el final. Hamilton se acercaba rápidamente a Checo. Sabíamos que iba a terminar pasándolo, pero ¿a qué precio? La apuesta era esa, detener a Hamilton el mayor tiempo posible y Checo lo hizo a la perfección, regalándonos uno de los mejores momentos de la temporada, tanto por la belleza con la que lo hizo, como por lo que representaba para la carrera y por ende para el campeonato. Lo de hoy sencillamente no podía creerlo. Con unas llantas que ya no tenían mucho que ofrecer, realmente logró molestar y frustrar a Hamilton recuperando y defendiendo la posición una y otra vez. Una aguerrida y larga batalla. El objetivo se consiguió, la diferencia de alrededor de ocho segundos entre Max y Hamilton pudo recortarse a poco menos de dos. Por más reclamos que hubo de conducción peligrosa, fue simple y sencillamente una soberbia defensa, al límite, pero limpia. Checo puso todo, auto, alma y corazón para ganar esos segundos preciosos que tan desesperadamente necesitaban y lo logró. Si aún había alguien por ahí que pensaba que tenía cosas que probar, espero que hoy haya quedado más que claro porqué está en donde está. Checo is a legend, dijo Max, Absolute animal respondió su ingeniero y yo no podría estar más de acuerdo con ellos.
Las vueltas pasaban angustiosamente y Max no lograba acercarse a Hamilton. Aprovechando un virtual safety car, ocasionado por el abandono de Giovinazzi, Red Bull entró de nuevo a pits con sus dos autos para poner llantas duras. Max empezó a acortar distancia, pero todo indicaba que no tendría tiempo suficiente para alcanzar a Hamilton. Y luego, cuando toda la esperanza parecía perdida, en la vuelta 54, Nicholas Latifi colisiona y llega el safety car que a Red Bull le viene como caído del cielo.
Red Bull vuelve a aprovechar la situación y llama a sus dos autos para colocar llantas rojas. ¡Iban por todo! ¡Era ahora o nunca! Hamilton no entra a pits. Desgraciadamente para Checo, momentos después tuvo que abandonar por problemas con el auto. Como él mismo declararía después, no podían exponerse a un abandono que ocasionara otro safety car. Esto hubiera dado la estocada final a las aspiraciones de Max Verstappen. La pregunta que muchos nos hacíamos era ¿habría tiempo de reanudar la carrera? ¿Una temporada como esta terminaría con un safety car? Ya lo había dicho y lo vuelvo a hacer, a ningún guionista le hubiera salido tan bien, la realidad supera por creces la ficción.
Por fin la carrera iba a reanudarse, primero se había informado que los rezagados entre Hamilton y Max no retomarían su posición, finalmente la FIA decide que sí lo harían y pasan el auto de seguridad para tomar sus respectivos lugares. ¡Solo queda una vuelta!
Y es aquí cuando debo regresar al encabezado de esta nota. El campeonato de pilotos no solamente iba a decidirse en una carrera, sino que sería en un último e increíble sprint a una vuelta en la que ambos pilotos se jugaban todo. Todo. Max con neumáticos rojos recién colocados llevaba la ventaja. Por un momento pensé que iban a terminar tocándose, Max atacó con toda la furia que pudo acumular durante la temporada, Hamilton se defendió con todo, perdió la posición, parecía recuperarla, los autos seguían codo a codo y yo sentía estar viviendo la vuelta más larga del año. Finalmente, Max logró separarse lo suficiente y enfilarse a la victoria, a esa ansiada bandera a cuadros que lo esperaba en la línea de meta y por la que tanto luchó.
Mercedes se alza con el título de constructores, lo que tal vez pueda servirles de consuelo, aunque no creo que hoy lo haya para Lewis Hamilton. En una entrevista hace muy poco dijo que estaba peleando este campeonato como si fuera el primero y las horas que vienen serán seguramente muy difíciles para él. Terminará por asimilar la derrota, debe hacerlo. Regresará y peleará de nuevo, lo sé, está en su naturaleza.
Checo dijo al inicio de la temporada, “No importa donde estemos ahora, sino como terminemos en Abu Dhabi.” Cuánta razón tenía. Hoy, tanto él, como Max, Christian Horner y todo el equipo pueden estar contentos y satisfechos de lo que lograron. Fue también Checo el que dijo alguna vez que la vida no era justa y la Formula 1 tampoco, y no, hoy no lo fue para él. Tal vez el único mal sabor de boca que me llevo es su abandono. Aunque lo entiendo y creo que fue la decisión correcta, me hubiera encantado verlo ahí para celebrar al lado de Max y de Horner, lo merecía, merecía ese podio; pero, sí fue justa para Max. A unas vueltas del final, un safety car vino a cambiar el rumbo de las cosas. Mucho se habla de la suerte del campeón, pero esta vez no llegó; la suerte la tuvo su rival, el que ahora sí ya es campeón. Por supuesto, esto no demerita en nada el gran año de Max Verstappen y este título que, para mí, merece enormemente. Red Bull termina el año fortalecido, como un gran equipo y no solo eso, un equipo unido. Se nota a leguas la extraordinaria simbiosis que existe entre todos y especialmente entre sus dos pilotos, una maravillosa dupla que se entiende a las mil maravillas, que se aprecia y respeta. Todo sumó para llegar a donde están hoy. Todos trabajaron para lograr un objetivo y lo hicieron. Enhorabuena Red Bull.
Una carrera a la altura de la gran temporada que termina, con emoción y drama hasta la última vuelta. ¡No podía ser de otra forma! Me dijo un buen amigo que hoy había caminado fácilmente tres kilómetros frente al televisor, estoy segura de que a más de uno le sucedió lo mismo.
Sé que dejé muchas cosas en el tintero. El adiós de Kimi, el de Giovinazzi (tristemente ninguno de los dos pudo terminar la carrera). Kimi nombrado piloto del día en un claro homenaje al Iceman que vamos a extrañar. La última carrera de Bottas con Mercedes y de Russell con Williams. El retiro de Honda, también ellos pueden estar más que satisfechos. El regreso de Ferrari quedándose con el tercer lugar de constructores y el podio de Sainz. La baja de Mazepin por Covid. Las posiciones generales en ambos campeonatos. La última carrera de los actuales monoplazas, el fin de una era. Hay tanto que decir que sería realmente imposible escribirlo aquí. Tal vez lo haga más adelante.
Sería difícil explicarles la nostalgia que siento al escribir estas líneas. ¡Gracias! Es todo lo que quiero decir ahora. Gracias a todos y cada uno de los protagonistas de esta maravillosa temporada. Las luces se apagaron y no volverán a encenderse sino hasta 2022. Es el momento de cambiar de página, pero ésta quedará grabada en la historia de la Fórmula 1 como una de las mejores. No queda más que esperar para empezar a escribir la siguiente, estoy segura de que vendrá con un sinfín de emociones por vivir.
Nos vemos en 2022.
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