Fabio Quartararo reconoce que la temporada de 2021 fue cuanto menos importante a nivel de presión, ya que sentía que estaba tomando el relevo de su ídolo, Valentino Rossi
El chico de Niza hizo una temporada intachable a nivel de constancia, pues no solo logró estabilizarse dentro del top 5 en casi todas las carreras, sino que además, y a diferencia de sus rivales, este logro salvar los muebles cuando el fin de semana no iba como él esperaba.
A todo esto había que sumarle que ‘El Diablo’ era el piloto que sacaba del equipo a una leyenda como Valentino Rossi, pues sus buenos resultados obligaron a los de Iwata a ficharle en el equipo oficial y no dejarle en el satélite con material oficial. Por lo que esto, podía generarle una presión extra.
«Estaba tomando el relevo de Valentino, y era estresante ver a toda la gente que me rodeaba».
Tras luchar el campeonato de 2020 y perderlo por sus fallos, el #20 consiguió hacer un reset en la temporada de 2021, donde encontró momentos de inflexión en los que le daban la confianza para luchar por el título de pilotos de esa temporada. Pues su mentalidad y moral se reforzó de forma considerable durante el invierno de 2020. «Cuando gané en Portimão, me dije: ‘este es mi año'».
Y es que, a pesar de no ser combativo en la carrera que le dio el título, éste lo tenía prácticamente cerrado, pues su buen hacer durante la temporada le daba la posibilidad de cerrar el título en la segunda carrera de Misano, Ya que Pecco tenía que ganar la carrera, y Fabio ser 4º o peor.
«En una fracción de segundo, miré hacia delante y vi una moto en la grava. Pensé en Jack, que se había caído en las primeras curvas, así que tenía que ser Pecco», añade Fabio. «Luego miré las pantallas gigantes y me dije: ‘ahora soy campeón del mundo’. Ya no sabía cómo pilotar».
Finalmente, revelo que tras pasar la bandera de cuadros y cumplir el sueño de toda una vida. Este se acordó de todo lo malo que le tuvo que pasar hasta poder llegar a ese momento.
«Más que los buenos momentos, me vinieron a la mente los peores que había vivido, y me di cuenta de que era campeón del mundo. Fue una sensación maravillosa».
