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Llegamos al circuito urbano más famoso del calendario, una de las carreras más representativas de la Fórmula 1. Esperada por unos, soportada por otros. Las calles del principado siempre tendrán algo para platicarnos.

Sí, la evolución de los monoplazas ha hecho que las calles de Mónaco parezcan encogerse y que los adelantamientos sean muy escasos. Carreras aburridas, señalan algunos, un circuito clásico, defienden otros. Y mientras que las opiniones van y vienen, el principado recibirá nuevamente al Gran Circo en este 2022. La fórmula 1 se corre aquí desde 1929. En 1950, año de creación del calendario oficial, Mónaco fue la segunda cita. En aquella temporada se disputaron 24 carreras, pero solo siete fueron puntuables. En 1951, 1953 y 1954 no hubo Gran Premio de Mónaco y la edición de 1952, aunque sí se llevó a cabo, no otorgó puntos en el campeonato. A partir de 1955, se ha mantenido siempre presente en el calendario oficial y no fue sino hasta 2020 cuando la pandemia hizo que se perdiera esta impresionante racha.

Espectaculares vistas al mar Mediterráneo, la belleza de la ciudad y hasta una marina que sí tiene agua dan a este trazado un sabor único. Este circuito temporal, inaugurado en abril de 1929, fue pensado por Antony Noghès, presidente del Automobile Club de Mónaco, apoyado por el piloto local Louis Chiron, de quien hablaremos más adelante, y se distribuye entre los barrios de Montecarlo y La Condamine. De hecho, muchos lo llaman también el Circuito de Montecarlo. Y no, Montecarlo no es la capital, como a veces se cree. Mónaco es país, principado y su propia capital, todo en uno y en tan solo 2 kilómetros cuadrados. El trazado que se corre en sus calles está considerado como uno de los más peligrosos, casi no tiene escapatorias y los muros están muy cerca. A pesar de esto solo existe una muerte que lamentar, la del piloto italiano Lorenzo Bandini en 1967. Es un circuito muy demandante y físicamente agotador; estrecho y sinuoso, para recorrerlo se requiere de una total concentración. Aquí el resultado dependerá más de la habilidad del piloto que del auto en sí y los errores cobran una factura muy alta. Limitado por la ciudad misma, los cambios que ha sufrido a lo largo de los años han sido mínimos y es, en esencia, el mismo que se ha corrido desde hace casi un siglo. Tiene la curva más lenta de todo el calendario, la bella horquilla del Fairmont Hotel o curva de Loews. Junto con las 24 horas de Le Mans y las 500 millas de Indianápolis, Mónaco forma parte de la llamada Triple Corona del Automovilismo, es decir, las tres carreras más prestigiosas del deporte motor. Si bien no es un título oficial que otorgue puntos en el campeonato, ganar estas tres carreras debe ser un sueño para muchos pilotos y hasta ahora el único que lo ha logrado es Graham Hill.

Como sabemos, una competencia de Fórmula 1 termina cuando se completan 305 kilómetros recorridos (o lo más cercano por encima de este kilometraje al momento de pasar la línea de meta). Sin embargo, en Mónaco no es así. El circuito es de solo solo 3.337 kilómetros y la carrera termina al completar 78 vueltas, un poco más de 260 kilómetros. Al ser un circuito muy lento, completar los 305 kilómetros haría que se excediera el tiempo máximo que puede durar una carrera, es decir 2 horas efectivas de competencia. Otra de las situaciones que lo hacían diferente, y digo hacían porque a partir de este año cambia, era que las actividades tenían lugar jueves, sábado y domingo, dejando el viernes libre. Originalmente, este Gran Premio se corría el fin de semana que seguía al día de la Ascensión, una festividad católica que se celebra siempre en jueves. Iniciar las actividades ese día hacía que más personas pudieran asistir, pues era un día no laboral y dejaba las calles libres para la procesión del viernes. Después, aunque esta fecha religiosa y el Gran Premio no siempre coincidieron pues el calendario se fue haciendo más y más apretado, los días de actividades se mantuvieron. Pero en 2022 se rompe con esta larga tradición. Por cuestiones sobre todo de logística se deja atrás dicho formato de cuatro días y ahora se correrá de viernes a domingo como cualquier otro Gran Premio.

Antes de la llegada de Charles Leclerc, hubo otros pilotos monegascos corriendo en la máxima categoría. André Testut, francés nacionalizado monegasco, tuvo una pequeñísima incursión en la Formula 1 en 1958 y 1959, en ambos años se inscribió a su carrera de casa, pero no pudo correr ninguna pues no logró clasificar. En 1994, Olivier Beretta corrió diez grandes premios con la escudería Larrouse. En su única carrera en casa finalizó octavo. Luego fue piloto de pruebas para Williams en 2003 y 2004 y participó en carreras de resistencia siendo varias veces ganador en su categoría de las 24 horas de Le Mans. Hubo también un piloto neerlandés, Robert Doornbos, que corrió con licencia monegasca en 2005.

Y claro, no podemos olvidar a Louis Chiron, apodado le vieux renard (el viejo zorro). Una de las 19 curvas del circuito de Mónaco lleva su nombre, pero ¿de quién se trata? Fue un importante piloto monegasco que cosechó varios éxitos sobre todo en la primera mitad del siglo XX, ganó más de veinte grandes premios, entre ellos su carrera de casa en 1931. Cuando inició el calendario oficial ya tenía cincuenta años, aun así, participó en 19 carreras. Precisamente, en 1950, la primera cita oficial de Mónaco, en la que además fungió como organizador, consiguió el tercer lugar y subió al podio al lado de Ascari y de Fangio. En 1954 ganó el Rally de Montecarlo lo que lo convierte en el único piloto que ha logrado ganar tanto el Gran Premio de Mónaco como el Rally de Montecarlo. Tras retirarse de las competencias, fue el Comisario General de estas dos pruebas a petición del príncipe Raniero III. Ocupó dicho cargo hasta su fallecimiento en 1979. Este piloto es todavía recordado en los países que conforman ahora la desaparecida Checoslovaquia, pues ganó el Gran Premio de este país tres veces seguidas, de 1931 a 1933, incluso tienen una expresión para referirse a alguien que conduce muy rápido: “maneja como Chiron.” Ostenta el récord del piloto con más edad en conducir en una competencia de Fórmula 1, justamente en el Gran Premio de Mónaco de 1955. Tenía entonces 55 años y 292 días. Cuando oigan hablar del Bugatti Chiron, no olviden en honor de quién se llama así.

En la carrera de 1965 Graham Hill obtuvo aquí su tercera victoria. Pero no la tuvo fácil, pues debió hacer una importante remontada después cometer un error y seguirse de frente. Tuvo que bajar de su auto para empujarlo en reversa y volver a la carrera. Algo que hoy sería inimaginable. Un año después, en 1966, solo 4 pilotos lograron terminar la competencia lo que hizo que no pudieran repartirse todos los puntos. Y no olvidemos que en esta carrera se filmaron algunas escenas de la película Grand Prix de John Frankenheimer. Si no han tenido oportunidad de verla, háganlo, no se van a arrepentir.

Años más tarde, la edición de 1982 se recuerda como la carrera con uno de los finales más extraños que podamos recordar. Cuando quedaban alrededor de quince vueltas para que terminara, la lluvia se hizo presente. Luego, a escasas tres vueltas del final, Alain Prost, que iba en la punta, sufrió un accidente saliendo del túnel. El liderato lo heredó Riccardo Patrese, pero en la misma vuelta hizo un trompo. Los comisarios lo ayudaron a regresar a la pista y logró arrancar su auto, aunque no pudo evitar que Didier Pironi y Andrea de Cesaris lo adelantaran. El nuevo líder, Pironi, se quedó lastimosamente sin combustible poco después y de nuevo el liderato cambió de manos, esta vez era el turno de Andrea de Cesaris. Pero, adivinen, también él se quedó sin combustible a menos de una vuelta y la carrera la terminó ganando Ricardo Patrese. El mismo Patrese no sabía que había ganado cuando cruzó la línea de meta, no se enteró en qué momento había retomado la punta. ¡Vaya final!

Anécdotas de este Gran Premio hay muchísimas más, como aquella ola que invadió una parte de la pista en 1950 y que ocasionó una gran carambola, de la que Fangio salió ileso debido a su gran capacidad de observación. O los dos pilotos que terminaron en el agua, con todo y auto, Alberto Ascari en 1955 y Paul Hawkins diez años después. O los maravillosos duelos Senna-Prost, con ese controvertido final de 1984 y el accidentado de 1988; sin olvidar aquel entre Senna y Mansell de 1992. O el escándalo de Michael Schumacher en la clasificación de 2006 y la increíble remontada de Fernando Alonso en 2010, recuperando 18 posiciones. Y qué me dicen de las inolvidables imágenes de Kimi Räikkönen en 2006, todavía con el casco puesto, caminando rumbo al yate de unos amigos, en lugar de hacerlo a su box, tras abandonar su auto en la curva 8 cuando empezaba a incendiarse. Desde ahí y bastante relajado terminaría de ver la carrera. Pero no fue el primero en hacer algo así, ya en 1988, luego del accidente a pocas vueltas del final que le hizo perder a Ayrton Senna una comodísima victoria sobre su acérrimo rival Alain Prost, en lugar de regresar a su box se dirigió al departamento que tenía a unas calles del circuito. El equipo no supo nada de Senna hasta el día siguiente. Podría seguir, pero no terminaríamos nunca…

Esta es, sin lugar a duda, la carrera que cualquier piloto de Fórmula 1 sueña con ganar al menos una vez en su vida. Históricamente, el máximo vencedor es Ayrton Senna con seis victorias, cinco de ellas consecutivas, seguido por Graham Hill y Michael Schumacher con cinco. De la actual parrilla, Fernando Alonso, Sebastian Vettel, Daniel Ricciardo, Lewis Hamilton y Max Verstappen ya lo han conseguido. Sobre el piloto de casa no me queda más que desearle mucha suerte, pues Charles Leclerc nunca ha podido terminar una carrera en Mónaco. Ya veremos qué sorpresas nos tiene preparadas este año el Principado.

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