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El Gran Premio de Italia se corre este domingo y con ésta serán, nada menos, que 73 ediciones ininterrumpidas.

Efectivamente, Gran Bretaña e Italia son los únicos Grandes Premios que nunca han faltado a la cita, desde 1950, año de creación del calendario oficial de la Fórmula 1. Pero su historia inicia mucho antes de la llamada era moderna, pues ya se había corrido en 19 ocasiones, siendo el primero en 1921. Además, durante ese periodo, en cinco oportunidades contabilizó para el Campeonato Europeo de Pilotos.

Aunque el circuito de Monza es el más relacionado con este Gran Premio y el que más veces lo ha recibido, hay otros cuatro circuitos en donde se ha corrido: Brescia, en 1921; Montenero (Livorno), en 1937; Valentino (Turin), en 1948 y por supuesto, Imola, en 1980.

Aquel primer Gran Premio de Italia de 1921 se disputó, como era costumbre de la época, en un larguísimo circuito de más de 17 kilómetros que unía a varias poblaciones y con la típica forma triangular, también muy en boga en aquellos años. Este trazado fue el resultado de un arduo trabajo, impulsado por el organizador, el Automobile Club di Milano. Incluso se construyó una curva peraltada en Fascia D’oro, una de las poblaciones que tocaba este circuito, además, claro, de acondicionar tribunas y áreas de boxes para comodidad de participantes y espectadores. Miles de personas se dieron cita aquel domingo 4 de septiembre para disfrutar de la competencia que se correría a treinta vueltas. Hubo muchos inscritos, pero finalmente el número de participantes se redujo solo a seis, tres franceses y tres italianos, pero la suerte no estuvo del lado de los anfitriones y todos sus autos abandonaron, solo los franceses terminaron la competencia. El ganador fue Jules Goux a bordo de un Ballot. Estos fueron los primeros pasos de un Gran Premio que estaba llamado a ser todo un clásico del automovilismo y parte fundamental de su historia.

Para la siguiente edición, las cosas fueron distintas pues se pensó que sería mucho mejor llevar este Gran Premio a un circuito permanente construido con este propósito, en donde se pudiera obtener mejor provecho de las capacidades de los automóviles, además de poder hacer pruebas. Fue así como, a inicios de 1922, empezó la planeación de un circuito siguiendo el proyecto del arquitecto Alfredo Rosselli: Il Circuito di Milano nel Reale Parco di Monza (El Circuito de Milán en el Parque Real de Monza). En efecto, el lugar escogido para albergar el autódromo fue el parque de la Villa Real de Monza a tan solo 20 kilómetros al norte de Milán. El trazado original de aquella pista era de 10 kilómetros y conjugaba dos partes que se conectaban, un trazado y un óvalo que contaba con dos curvas peraltadas con 40 grados de inclinación. Pero el tiempo apremiaba y justamente, haciendo honor al que sería después su principal característica, el trazado tuvo que construirse a toda velocidad. Y así, solo unos meses más tarde, el 3 de septiembre de 1922, abría sus puertas al mundo. El Gran Premio de Italia se disputó una semana después, el 10 se septiembre. Como podrán darse cuenta, el circuito de Monza está de manteles largos este año celebrando su centenario.

Monza ha sido siempre un circuito sumamente rápido y, desgraciadamente, ha sido también escenario de muchos accidentes mortales. El primero llegó tan solo seis días después de inaugurado, el 9 de septiembre de 1922, cuando el piloto alemán Gregor «Fritz» Kuhn perdió la vida durante las prácticas de cara al Gran Premio que se correría al día siguiente. En 1928, Monza fue el escenario de la mayor tragedia automovilística de Italia en la que el piloto italiano Emilio Materassi y más de 20 espectadores perdieron la vida. El gran Alberto Ascari, primer piloto campeón de Ferrari, también sufrió un accidente fatal en Monza, en 1955. A lo largo de su historia, en el Templo de la Velocidad han muerto más de 30 espectadores y más de 50 pilotos de diferentes categorías. Un circuito tan bello, como peligroso.

Luego de la tragedia de 1928, el Gran Premio de Italia se suspendió durante dos años y mientras tanto, las competencias corridas en Monza se hicieron únicamente en la parte del óvalo. En una búsqueda de seguridad, el circuito ha sido trasformado en diversas ocasiones con el correr de los años. Se han incorporado, rectificado y removido algunas curvas y chicanas. Otras curvas se han modificado para hacerlas menos rápidas y se adecuaron zonas de escape. El óvalo dejó de utilizarse a finales de los años 1960. La última prueba que se corrió en él fueron los 1000 kilómetros de Monza en 1969.

En 1952, en una competencia llamada Gran Premio de Monza, que se llevó a cabo en 12 ocasiones entre 1922 y 1980, Juan Manuel Fangio tuvo uno de sus peores accidentes. Aquel año, la carrera tuvo lugar el 8 de junio. Un día antes, Fangio se encontraba en Irlanda en donde también había participado en una competencia. Tomó un vuelo a Londres y de ahí otro a París. Cuando llegó a la capital gala se encontró con que los vuelos estaban suspendidos y no le quedó otra opción más que llegar por carretera. Un amigo lo acompañó hasta Lyon, ahí le prestó el automóvil y Fangio condujo toda la noche. Llegó a Monza tan solo media hora antes de que iniciara la contienda, además, iba a correr en un auto con el que no estaba familiarizado. Alberto Ascari le dijo que lo veía muy cansado, pero él respondió que no era nada. Sin embargo, apenas en la segunda vuelta perdió el control de su vehículo sufriendo un fuerte impacto. Estuvo a punto de perder la vida y debió permanecer varios meses en el hospital. Se prometió no volver a correr cansado, pues como él mismo dijo:

Es fácil morir sin darse cuenta. Entre la vida y la muerte no hay nada. Y cuando uno vuelve a la realidad después de un accidente grave se da cuenta de que no es tan triste morir, porque no hay tiempo de pensar”.

Pero «el Chueco» volvió a las pistas. Al año siguiente regresó a correr en Monza y no solo eso, ganó la carrera. De hecho, ganó el Gran Premio de Italia tres años consecutivos, 1953, 1954 y 1955.

En este circuito, Giuseppe Farina se coronó como el primer campeón de Formula 1 de la historia, en 1950 y, como dato curioso, aquí se entregó la última corona de laurel a un vencedor, en 1985, competencia ganada por Alain Prost. Michael Schumacher y Lewis Hamilton contabilizan el mayor número de triunfos en el Gran Premio de Italia, empatados con cinco y seguidos de cerca por Nelson Piquet con cuatro. Cabe mencionar que los dos últimos años hemos tenido sorpresas en lo más alto del podio. Pierre Gasly ganó en 2020 y Daniel Ricciardo se llevó el triunfo el año pasado con un también inesperado doblete de McLaren, pues Lando Norris ocupó el segundo lugar.

Esto es solo un poco de lo que hemos vivido en el Autodromo nazionale di Monza. A lo largo de cien años de competencias La Pista Mágica, como la llaman en Italia, ha sido testigo de férreas batallas, memorables victorias, espectaculares maniobras y trágicos accidentes. Magnífico escenario en donde velocidad y peligro se han conjugado para hacernos vivir momentos inolvidables.

Estamos a tan solo unas horas de saber qué nuevas historias se sumarán a la lista de recuerdos que hacen de Monza un lugar entrañable para cualquier amante del deporte motor. Benvenuti nel tempio della velocità.

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