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Llegamos a la primera de las tres citas que tendremos en el continente americano, en esta casi recta final de la temporada 2022.

Estados Unidos fue el segundo país, después de Francia, en utilizar el término Gran Premio para referirse a una competencia automovilística, pues en 1908 se llevó a cabo una carrera llamada American Grand Prize o Gran Premio Americano, misma que contó con varias ediciones.

A partir de 1959, el Gran Premio de los Estados Unidos hizo su entrada en el calendario oficial, con una presencia algo intermitente, y se ha corrido en siete diferentes circuitos: Sebring, Riverside, Watkins Glen, Phoenix, Indianápolis y su actual sede, el Circuito de las Américas.

Pero la participación de este país en las carreras de Fórmula 1 ha sido un poquito más compleja, pues paralelamente al Gran Premio de los Estados Unidos han tenido lugar otros Grandes Premios, a veces coincidiendo más de uno en el mismo año y todos ellos puntuables en el campeonato. Así, se han corrido también: El Gran Premio del Oeste de los Estados Unidos (ocho ediciones en un circuito callejero de Long Beach); el Gran Premio del Este de los Estados Unidos (siete ediciones en un circuito callejero de Detroit); el Gran Premio de las Vegas (dos ediciones en un circuito acondicionado en el estacionamiento del hotel Caesars Palace) y el Gran Premio de Dallas (una edición en un circuito callejero de esta ciudad). Sin olvidar el Gran Premio de Miami que hizo su debut este año. Y para rematar, recordemos que, en la década de 1950, las 500 millas de Indianápolis también fueron puntuables y formaban parte del calendario de la Fórmula 1.

Así que, tomando en cuenta el Gran Premio de los Estados Unidos, más todos estos Grandes Premios alternos, la Fórmula 1 ha corrido en ocho diferentes estados del país: Michigan, Nevada, California, Florida, Nueva York, Arizona, Indiana y Texas.

Como ven, correr en Estados Unidos más de una vez al año no es algo tan nuevo como hubiéramos podido creer y 2023 tampoco será el primero en el que el Gran Circo viaje tres veces al país de las barras y las estrellas. Sucedió ya en 1982. Aquel año se corrió el Gran Premio del Oeste en el mes de abril, el Gran Premio del Este en el mes de julio y, en septiembre, el Gran Premio de las Vegas fue la última cita del calendario. Los ganadores fueron Niki Lauda, John Watson y Michele Alboreto respectivamente.

Pero regresemos un poco a aquel primer Gran Premio de los Estados Unidos, en 1959. Inicialmente, ese año el calendario estaba conformado por diez carreras más las 500 millas de Indianápolis, pero tres fechas fueron anuladas. Primero Argentina, programada para correrse en el mes de enero. Se dice que la ausencia de Juan Manuel Fangio y de José Froilán disminuyó el interés local por la carrera y decidieron cancelarla. Luego fue Bélgica que estaba planeada para el mes de junio y Marruecos que se iba a correr en octubre, ambas suspendidas por cuestiones monetarias. Viendo esta situación, se decidió aceptar la propuesta de Alec Ulmann, presidente del Automobile Racing Club de Florida para correr un Gran Premio en este país. La carrera tendría lugar el 12 de diciembre en el circuito de Sebring. Este circuito se había inaugurado en 1950 y desde 1952 era ya la sede de las 12 Horas de Sebring, conocida carrera de resistencia que sigue realizándose en la actualidad.

Así, Estados Unidos hizo su entrada en el calendario por todo lo alto pues recibiría la carrera que iba a definir el campeonato de pilotos, que en aquel año era disputado por Jack Brabham, Stirling Moss y Tony Brooks. Moss iniciaría desde la pole, seguido por Brabham y un poco más atrás, en el cuarto lugar, salía Brooks. Apenas unas vueltas después de iniciada la carrera la transmisión del Cooper de Moss dijo hasta aquí y tuvo que abandonar, terminando así con sus posibilidades de ser campeón. Jack Brabham era ahora líder y seguiría siéndolo durante toda la competencia, ganando cada vez más ventaja sobre el resto de los pilotos. Cerca del final le sacaba más de 30 segundos a Bruce McLaren, su coequipero, quien, a pesar de haber iniciado décimo, logró ganar varios lugares durante la arrancada. Todo parecía indicar que Jack Brabham tenía en la bolsa una cómoda victoria y, lo más importante, el tan ansiado título. Pero el drama estaba por llegar. En la última vuelta, Brabham se quedó sin combustible. Cuando Bruce McLaren se dio cuenta de que Brabham disminuía la velocidad, levantó el pie y redujo también su marcha, pero inmediatamente Brabham le hizo señas para que no lo hiciera, que siguiera, McLaren entendió y pisó a fondo. Primero, la inercia ayudó a Brabham, pero los últimos metros eran cuesta arriba y el auto se detuvo totalmente, no le quedó más remedio que bajarse y empezar a empujar, imaginen el esfuerzo. Junto a él pasaron Maurice Trintignant y Tony Brooks quienes no salían de su asombro al ver la escena. Terminó cuarto y se desvaneció de agotamiento tan solo cruzar la línea de meta. Lo peor es que con Moss fuera y Brooks tercero, el título ya era suyo, aunque no hubiera puntuado, pero en ese momento no lo sabía. Vaya manera de terminar un campeonato, algo que ahora sería sencillamente imposible.

Por cierto, la victoria que consiguió aquel día Bruce McLaren, quien cuatro años más tarde, en 1963, fundaría la escudería que lleva su nombre, lo convirtió en el piloto más joven en ganar un Gran Premio. Este récord se mantendría vigente por más de 40 años hasta que en 2003 Fernando Alonso lo consiguió ganando el Gran Premio de Hungría.

El piloto francés, François Cevert, obtuvo su primera y única victoria en el circuito de Watkins Glen, en el Gran Premio de Estados Unidos de 1971. Trágicamente en este mismo circuito perdió la vida dos años después, durante las prácticas, cortando de golpe lo que prometía ser una brillante carrera en el automovilismo. Jackie Stewart era su compañero y lo había sido desde la llegada de Cevert a la Fórmula 1 en 1970. Ambos corrían para Tyrrell y, de hecho, fue el mismo Stewart quien apoyó a Cevert para que llegara al equipo y se convirtió en su mentor. Alumno y maestro unidos por una gran amistad. Tras el accidente de Cevert, Jackie renunció a correr la que hubiera sido su última carrera en la Fórmula 1, la número 100, pues había decidido retirarse al final de la temporada. Jackie Stewart declararía después que siempre lamentaría no haberle dicho a Cevert que planeaba retirarse, pues al menos hubiera partido con la alegría de saber que al año siguiente sería el piloto titular. A pesar de no haber corrido esa última carrera de la temporada, Jackie Stewart se llevó ese año el título de pilotos por tercera ocasión en su carrera.

Ahora, el Circuito de las Américas recibirá una vez más a la Fórmula 1 en donde disfrutaremos de la decimonovena carrera de la temporada. La recta final empieza a vislumbrarse y aunque el campeonato de pilotos ya tiene dueño, todavía hay mucho por definirse. Aún nos quedan grandes emociones por vivir.

Nos vemos en Austin.

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