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Este domingo las luces se apagaron no una, ni dos, sino tres veces. Y durante todo el fin de semana, una verdadera indigestión de banderas rojas y amarillas terminaron con los sueños de más de un piloto.

Un fin de semana que llegaba con muchas expectativas. Una pista nueva y no solo nueva en el calendario, recién “salida del horno”, terminada apenas hace algunos días. Una pista rápida, muy rápida, con los muros tan cerca que podías casi sentirlos, con puntos ciegos que te cortaban la respiración y con más interrogantes que respuestas. Un circuito que de inicio me atrapó, pero que poco a poco me hizo cambiar de opinión conforme pasaban los días. Demasiado peligroso para ser el escenario de una carrera que bien podría haber decidido ambos campeonatos y en donde sabíamos que las luchas serían sin tregua. Las reservas eran muchas, desde hace algunos días varios analistas se hacían uno para decir que sería una pista extremadamente difícil, que los incidentes estarían a la orden del día y desgraciadamente no se equivocaron. Este fin de semana vivimos un verdadero desfile de banderas rojas, safety car y virtual safety car. El dramático incidente en F2, al inicio de la carrera, entre Enzo Fittipaldi y Théo Pourchaire nos puso a más de uno los nervios de punta. Creo, sinceramente, que este circuito deberá sufrir algunas modificaciones si pretende seguir en el calendario… o al menos así lo deseo.

Los ánimos empezaron a subir desde la clasificación del sábado, una de las más emocionantes que he visto en mucho tiempo. Max, a segundos de terminar la Q3, hacía un último intento por arrebatarle la pole a Hamilton. Y qué vuelta estaba haciendo, sencillamente espectacular, hasta que, a fuerza de ir al límite, tocó el muro en la última curva y ahí quedó todo. ¡En la última curva! De no creerse. Mercedes y Hamilton respiraron tranquilos…

El domingo, el inicio de la carrera no tuvo incidentes, al menos el primero. Los cinco punteros conservaron sus lugares y hubo pocos movimientos atrás. Tsunoda fue el que más lugares perdió con cuatro y Alonso el que más ganó con tres. Una carrera en la que sinceramente la sal y la pimienta la pusieron las banderas amarillas y rojas, uno que otro duelo, como el que vimos entre Vettel y Kimi y, por supuesto, la lucha entre Max y Lewis. McLaren y Ferrari lograron puntuar con sus dos autos. Alpine estuvo a punto de subirse nuevamente al podio, esta vez con Ocon, quien finalmente perdió la posición con Bottas a escasos metros del final; Fernando Alonso no pudo meterse a los puntos. Alpha Tauri puntuó solo con Gasly y Tsunoda tuvo un muy mal día. También un mal día para Aston Martin, Stroll se fue sin puntos y Vettel terminó abandonando. En general, no muchas sorpresas salvo, tal vez, el cuarto lugar de Ocon y claro, Giovinazzi llevándose dos puntitos.

Regresando al inicio, las primeras vueltas fueron bastante tranquilas, pero en la diez Mick Schumacher perdió el auto, estrellándose contra el muro y provocando el primer safety car del día, algo que algunos pilotos aprovecharon para entrar a pits. Mala idea, pues un poco después el safety car se convirtió en la primera bandera roja de la carrera y aquellos que entraron a pits se encontraron en desventaja contra los que permanecieron en pista. Uno de ellos, Checo Pérez, que cayó hasta la octava posición y desde ahí viviría la relanzada. Claro que, un poco después, esto ya no tendría ninguna importancia.

El reinicio de la carrera duró muy poco, casi nada en realidad. Después de ganarle la posición a Gasly y a Leclerc, Checo tiene un contacto con este último que lo deja fuera. Si me preguntan a mí, no había forma de que Leclerc pasara por ahí, pero bueno, nadie me preguntó… Y Checo tampoco tenía a donde ir pues Gasly estaba del otro lado. No dejo de pensar que hace un año, días más días menos, Leclerc tuvo un contacto con Checo en el inicio de la penúltima carrera de la temporada; pero en aquella ocasión la historia terminó muy diferente. Esta vez solo pudimos ver a Checo con la mirada perdida y el casco en la mano a un lado de su auto. No siempre se gana. Mala suerte para Red Bull de cara al campeonato de constructores y para Checo en la pelea por el tercer lugar de pilotos. Veintiocho puntos lo separan ahora de Bottas. A una carrera del final de temporada no hay forma de que lo supere. Georges Russell y Nikita Mazepin también abandonaron cuando este último impacta fuertemente por detrás a Russell. Mientras tanto, en la punta también pasó de todo. Max perdió la posición con Hamilton y la recuperó yendo fuera de los límites, Ocon se cuela segundo y Hamilton queda tercero.

Con estos incidentes llegó la segunda bandera roja del día a escasos segundos de que las luces se hubieran apagado de nuevo. En la relanzada que estaba por hacerse era evidente que Max debía ceder la posición, pero, me pregunto a qué vienen esas negociaciones con los equipos sobre las sanciones que van a aplicarse, como también me pregunto si debemos esperar a que sea un piloto el que alce la voz y pida que una pista sea limpiada. En fin, no diré más.

Y volvemos a la carrera. ¿Cuánto tiempo ha pasado? No lo sé, aunque resulte difícil de creer apenas estamos en la vuelta dieciséis, pareciera que esto inició hace siglos. Y aquí vamos. Max toma la punta en una gran salida y Hamilton no tardó mucho en colocarse segundo pasando a Ocon. Y aquí empezó otra carrera. La carrera por el campeonato de pilotos, la carrera en la que ninguno de los dos cede ni cederá un ápice, la carrera en la que ir al límite parece un riesgo aceptable, la carrera en la que el peligro de tocarse se respira cada vez que los autos se acercan (y de hecho se tocaron), la carrera en la que muchos contribuyeron para que ahora pase lo que pase… Si no hubo alguien capaz de manejar la situación hace meses, con decisiones claras y congruentes, ahora, a una carrera del final, es un poco difícil tratar de regresar las aguas a su cauce. Aquí no hay ángeles ni demonios o tal vez sí y no solo eso, gustan de cambiar tanto de traje que ahora ya no sabemos bien quién es quién. Solo agregaré, que la memoria no nos traicione.

Y así, con el triunfo de Hamilton más el punto por vuelta rápida llegamos a la última carrera de la temporada con los dos contendientes al título empatados con 369.5 puntos. Sí, empatados, con todo y ese horrible .5 que me desespera (gracias Spa). ¿Cuáles eran las posibilidades de que llegáramos así a la última fecha? Muy pocas, me parece. A menos que la memoria me traicione es la primera vez que esto pasa. Ni el mejor guionista hubiera podido escribirlo tan bien (¿Netflix?, ja). Veintiún carreras después, el campeonato de pilotos está exactamente como empezó, nada para nadie. Sencillamente, el que quede por delante de su contrincante ganará el título este año. Y si ninguno puntúa Max será campeón por tener un triunfo más que Lewis. ¿Y el de constructores? Aunque matemáticamente sigue vivo pues Mercedes adelanta a Red Bull por 28 puntos, se antoja difícil pensar que este último pueda coronarse, pero, siempre lo he dicho, nada está escrito y habrá que esperar a que caiga la última bandera a cuadros.

Espero que todos los protagonistas (tanto dentro como fuera de la pista) nos regalen la carrera final que esta gran temporada merece. “El segundo es el primero de los perdedores” y nada como lo que sucederá el próximo domingo, sea lo que sea, para entender cuánta verdad encierran estas palabras.

Nos vemos en Abu Dhabi.

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